SpaceX pone rumbo a los centros de datos en órbita con Starlink V3

Última actualización: noviembre 4, 2025
  • Elon Musk confirma que SpaceX impulsará centros de datos en órbita basados en satélites Starlink V3.
  • Cada satélite V3 apunta a 1 Tbps y enlaces láser para crear una red de computación distribuida.
  • Despliegue con Starship: hasta 60 unidades por vuelo a partir de 2026, según los planes conocidos.
  • Ventajas energéticas y de enfriamiento en el espacio, pero con retos técnicos y regulatorios relevantes para Europa.

Centros de datos espaciales de SpaceX

Elon Musk ha señalado que SpaceX dará el paso para levantar centros de datos en órbita aprovechando la próxima generación de satélites Starlink V3. La idea es convertir la constelación en una capa de computación y almacenamiento distribuida sobre la Tierra, con enlaces láser entre satélites y capacidad de procesar información sin depender siempre de servidores terrestres.

El plan se apoya en satélites de mayor capacidad —hasta 1 Tbps por unidad— y en el despliegue que permitiría Starship con cargas masivas. En los mensajes públicos del empresario se deja entrever un calendario que apunta a movimientos relevantes a partir de 2026, con series de hasta 60 satélites por lanzamiento para acelerar la puesta en marcha.

¿En qué consiste el plan de SpaceX?

Satélites para centros de datos en órbita

La propuesta pasa por escalar la tecnología de Starlink V3 e interconectar los satélites mediante enlaces láser de alta velocidad. Cada unidad funcionaría como un nodo capaz de transmitir datos entre satélites y estaciones en tierra y, llegado el caso, procesar y almacenar en órbita cargas de trabajo específicas.

Este enfoque busca conformar una malla de baja latencia que complemente a los centros de datos terrestres, reduciendo cuellos de botella y acercando la computación a ámbitos que requieren respuesta inmediata. Entre los usos potenciales se barajan inteligencia artificial, comunicaciones seguras y soportes críticos para gobiernos e industria.

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Frente a los satélites actuales, los V3 representarían un salto generacional: arquitectura más potente, mejor gestión energética y capacidad de red consolidada para servicios de alto rendimiento. Su diseño apunta a trabajar en conjunto como una infraestructura orbital escalable.

SpaceX ya dispone de la experiencia operativa con Starlink para el enrutado entre satélites y para la logística de lanzamientos frecuentes, dos palancas que podrían acelerar la transición hacia centros de datos orbitales si el proyecto avanza como se espera.

Ventajas y retos técnicos

Ventajas y retos de los centros de datos en espacio

El espacio ofrece un acceso a energía solar casi continua en determinadas órbitas y evita la ocupación de suelo y parte del impacto ambiental de grandes centros en tierra. Además, la disipación de calor por radiación permitiría un enfriamiento sin consumo de agua, un punto crítico para las instalaciones tradicionales.

Ahora bien, el despliegue de plataformas informáticas en órbita implica costes y logística considerables: integración y pruebas espaciales, protección frente a radiación, mantenimiento y reposición de equipos en un entorno hostil. A ello se suman los requerimientos de fiabilidad y la gestión del riesgo de colisiones y residuos orbitales.

La seguridad es otro capítulo central. Hablamos de ciberseguridad de extremo a extremo, aislamiento de cargas críticas y verificación de hardware para evitar interferencias o intrusiones. Cualquier incidente en una constelación así tendría repercusión global.

Expertos que siguen el sector destacan el potencial, pero insisten en que la viabilidad dependerá de la economía de lanzamientos, la madurez de los satélites V3 y la coordinación regulatoria internacional para garantizar frecuencias, licencias y operaciones seguras.

Calendario, capacidad y vehículos

Starship y despliegue de satélites

Según los planes conocidos, Starship permitiría enviar hasta 60 satélites V3 por vuelo, lo que aceleraría la construcción de la red orbital. El objetivo declarado es comenzar estas operaciones a gran escala a partir de 2026, sujeto a la evolución del sistema de lanzamientos.

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En prestaciones, los V3 se colocan muy por encima de la generación previa (los V2 se movían en torno a decenas de Gbps): la nueva iteración apunta a 1 Tbps por satélite, con mejoras en potencia y enlaces láser intersatelitales para sostener mayores flujos de datos.

Si se cumple el plan, cada lanzamiento de Starship podría añadir del orden de 60 Tbps de capacidad agregada a la red, reforzando tanto la conectividad como el potencial de cómputo distribuido en órbita baja.

Reacciones del sector y competencia

La idea de mover parte de la computación al espacio ha ganado adeptos. Figuras como Jeff Bezos y Eric Schmidt se han mostrado favorables a este enfoque, y han surgido iniciativas para llevar cargas de IA al entorno orbital. También se mencionan proyectos respaldados por grandes fabricantes de chips con el objetivo de probar GPU en órbita y escalar después hacia clústeres completos.

Analistas del sector satelital, como Caleb Henry, apuntan a que la combinación de capacidad por satélite y ritmo de lanzamientos podría situar a SpaceX con ventaja en este terreno emergente. En sus palabras, hoy pocos actores se acercan a esa escala potencial.

Queda por ver si el ecosistema de proveedores —desde plataformas de lanzamiento a fabricación de paneles y radiadores, pasando por software de orquestación— puede acompasar la escala industrial que este concepto necesita para ser competitivo frente a los centros de datos terrestres.

Impacto y encaje en Europa y España

Para Europa, un tejido de centros de datos orbitales plantea oportunidades y preguntas. Podría mejorar la resiliencia de las comunicaciones y reducir la presión energética en tierra, pero exige una coordinación regulatoria compleja: gestión del espectro, certificados de seguridad y cumplimiento de normativas como el RGPD para el tratamiento de datos.

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En España y otros países europeos, el interés pasaría por integrar esta infraestructura con redes y estaciones en tierra, así como por impulsar cadenas de suministro industriales y capacidades de I+D locales. La soberanía digital y el control de jurisdicciones sobre los datos seguirán siendo puntos sensibles en cualquier despliegue.

Preguntas por resolver

Más allá de la tecnología, el proyecto tiene que demostrar un modelo de negocio sostenible: qué cargas de trabajo se benefician de la órbita, qué latencias se obtienen frente a la fibra y cómo se integran los flujos con nubes públicas y privadas.

También queda abierta la gobernanza: auditorías, certificaciones de seguridad, respuesta ante incidentes y responsabilidad internacional en caso de problemas. La claridad en estos aspectos será clave para que clientes institucionales y empresariales apuesten por esta capa orbital de servicios.

Si SpaceX logra llevar a la práctica su hoja de ruta con Starlink V3 y Starship, los centros de datos en órbita podrían pasar de concepto ambicioso a infraestructura operativa, combinando ventajas energéticas y de despliegue rápido con nuevos retos técnicos, regulatorios y de mercado que marcarán el ritmo de adopción, también en Europa.

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